Talca la hizo

Mario Cordova

Talca la hizo

L as regiones siguen manifestándose con buenas acciones operísticas, aclarando que Santiago ya no es Chile. Con el vivo recuerdo de Rancagua generando un puñado de montajes de muy alto nivel -entre ellos la grandiosa “Platée” de Rameau, Premio de la Crítica 2015-, ahora Talca, a través del Teatro Regional del Maule (TRM) da un importante e inédito paso en la creación de audiencias. Ello tras ofrecer en los últimos años notables funciones de “La traviata” y “Otello”.

Cuando aún no se sabe con qué nuevo título continuará la serie talquina, este teatro se ha preocupado de crear y atrapar nuevos públicos para sus producciones. Como repuesta, desde su propio interior surgió un exitoso proyecto-espectáculo educativo titulado “Enredos en la ópera”, con el cual dio en el clavo. El TRM la hizo: dejando atrás intenciones o propuestas más acabadas, algunas provenientes de plazas de mayor nivel de recursos y quehacer operático.

De modo amable, sazonada de mucho humor y con la justa extensión de sólo una hora, se ofrece una experiencia escénica inclasificable como género; no es ni recital lírico, ni pieza teatral, ni clase de ópera. Tiene de todo eso y lo hace entreteniendo y entregando pinceladas informativas breves y directas en un lenguaje coloquial.

Dos actores y cinco cantantes (que también actúan), más un conjunto instrumental, sustentan una visita a la trastienda operática de un teatro imaginario. Una maestra de ceremonia y un divertidísimo junior-aseador-maestro chasquilla conversan entre ellos y con los cantantes, que entonan arias y dúos (ocho en total), a cuyo respectivo término se agrega una suerte de ficha técnica informativa.

La aparición de los cantantes, caracterizados según sean sus personajes, es uno de los tantos puntos ingeniosos de estos “Enredos”. Basta citar que justo después de la advertencia inicial de apagar los celulares, interrumpe un ruidoso aparato. Es de una soprano que con el móvil en mano canta un pasaje de la ópera “El teléfono”, de Giancarlo Menotti. O la sorpresiva irrupción de Julieta, que buscando ansiosamente a su Romeo, termina cantando el aria “Je veux vivre”, de la ópera ad-hoc de Charles Gounod.

Esta verdadera humorada operística, por cierto muy formadora, da para mucho, ya que su estructura modular permite agregados, supresiones y mejoras. Ahora sólo falta que a su seguidilla de presentaciones en la Séptima Región, culminadas en el TRM, se sumen muchas otras, que incluyan Santiago. Este golazo se lo merece.